Los expertos aconsejan probar primero con equipos pequeños, de no más de 7 personas, con el fin de ir adaptando esta nueva forma de pensar a la nueva forma de hacer.
Desaparece el concepto del líder o jefe, tal y como lo conocemos, para entender que el equipo ha de autoadministrarse. Cuando hay una figura como el caso del SCRUM Master, este está al servicio del equipo, eliminando obstáculos, barreras y generando un buen ambiente de trabajo. Trabaja para el equipo, facilitando la moderación en los procesos.
En cada una de las iteracciones, el propio equipo es el que evalúa el resultado, encuentra las posibles mejoras y las implementa. Ya no es el jefe el que da el feedback a los miembros con su verdad. La responsabilidad del resultado, por tanto, es de todos. En agilidad, cada miembro de su equipo conoce bien su trabajo, se esfuerza por entregar lo mejor, y se compromete con el resultado y las mejoras que tiene que implementar para hacerlo.
Otro de los elementos del management tradicional que cambia sustancialmente es la comunicación, ya que las herramientas se basan en la transparencia y en la eliminación de las barreras típicas en todas las direcciones.
La inteligencia emocional de los equipos ágiles acaba estando mucho más desarrollada que en los equipos tradicionales, ya que el conocimiento de los otros, el cuidado del clima laboral y la mejora de las condiciones de trabajo, depende de todos y cada uno de sus miembros.